jueves, 12 de julio de 2012

Abuelo que saliste un día de España
maletas vacías
bueno, ¿a quien engaño?
¿cuales maletas?
pecho atropellado y adolorido
juventud truncada de guerra y llanto
y una niña por nacer
que esperaba abrir el vientre apretado de tu María
y salir al sol, a la luz,
al día.

Abuelo que cruzaste las fronteras,
cabizbajo
y a la vez orgulloso,
sin saber qué te esperaba
pero siempre mostrando una sonrisa
optimista y ancha
 feliz siendo  dueño
de esa única oportunidad de vivir,
de besar,
de soñar,
de luchar
de amar hasta el cansancio y sin olvido

Extraño de ti tus cariñosas manos
tu tierna voz de inmigrante
que besaba al hablar y al hablar cantaba:
Coplas de guerra con certeza de paz,
 recuerdos vividos y revividos

Extraño de ti
tu amor por Venezuela
tu ímpetu para el trabajo
tus ganas de vivir

Fuiste y serás siempre lucero
en el camino oscuro de la vida
que a veces huele a soledad y a miedo

Soldado,
bien valieron la pena
 ventajas y  desventajas
tus vivencias increíbles
legadas a tus tres hijos
pelirrojos llegados de otras tierras
para soñar vida en esta nuestra

Nueve nietos que llevan en sus venas
tus historias de España y  Venezuela
escalas dominicanas y francesas,
Bien valieron la pena tus esfuerzos
de joven pastelero de Castilla La Vieja
de viejo constructor de Caracas, la nueva

Sembrado estás ahora dulce abuelo,
tu adorada Caracas te ha tendido la cama,
donde el amor tendió su enredadera
entre soldados amigos y contrarios
entre viejos contrarios de otros tiempos
que en tu abrazo la paz encontraban

Españoles que aquí forjaron vida
sabios obreros,
abejas melosas,
hormiguitas laboriosas e incansables
 recuerdos que a veces fueron puñaladas
que tiernamente el Ávila curaba.






A

Verdes las montañas me rodean cuando escribo,
indican esperanza y vida
naturaleza viva y divina
y la certeza de que somos
tan pequeños
que en aquellas inmensidades nos perderíamos

yo me he perdido
y he tratado de encontrar el por qué de cada por qué sin respuesta
y he tratado de  hallar los tonos verdes
que sólo en mi mente estaban
pero me encuentro con otros
quien sabe si más claros o más oscuros
quien sabe si más tiernos
o más duros

Verdes las  montañas que veo desde mi silla
parecen reírse de mi esta tarde
tal vez porque yo las creía distintas
y ahora, en un suspiro,
son como son,
como eran desde siempre
y tal vez para siempre
pero no como yo las creía

Y sin embargo,
habrá locura en mi ser,
habrá locura,
pues las solas hojas esas
tuyas,
acaso una vez mías,
sean del verde que sean,
hacen latir mi pecho
fuerte,
fuerte,
indetenible,
con ganas de mirarlas y de perderme en ellas
no importa cuan distintas sean
de aquello soñado...
Doble discurso;
locura verde
de esperanza
de ganas
verde azuladas,
en fin,
de porvenir.
Esperar no es triste
ni malo
ni duro
ni siquiera es lento
ni pesado
ni silencioso
Esperar es entender que llegará
aquello que esperamos
y entonces todo se hará luz
y alegría
y la vida será por fin buena
y fluirán las cosas con suavidad
Todo será tan, pero tan rápido
que querremos detener el tiempo
en la espera eterna de que algún instante
ese tan esperado instante
no acabe jamás.

Bajo la lluvia vespertina de Valencia
tenues las montañas que acarician cielos
y el olor a tierra mojada y a rocío
y el ruido metálico
de gotas que llegan a las avenidas
todas repletas de automóviles detenidos,
me asomo a mi balcón, piso 17
y parece tan lejos la alegría
parece tan lejos lo vivido antes
y tan lejos, tan lejos, lo que vendrá

Todo queda detenido
y gris,
entre montañas cubiertas de nubes
y grillos callados a la espera de la noche
que se esconden, sabe Dios dónde,
quizá en las ramitas verdes de los árboles de abajo,
quizá en la orilla de la quebrada
¿qué se yo?
sólo que el día está gris y yo espero
no sé qué, pero espero,
algo en tu mirada
algo en tu sonrisa
o en tu llegada,
algo que de color y ruido
al suave murmullo del cenizo paisaje.