viernes, 2 de septiembre de 2011

Madre

Vienen a mi tus manos y palabras
tu sufrimiento último
y tu descanso eterno
Y golpean en mi pecho los recuerdos
Te fuiste y no quería que te fueras
egoísta prefería verte dormida
sabiendo latir tu fuerte corazón
Te fuiste porque ya debías hacerlo
pero en mi la amargura de tu muerte
retumba como un enorme tambor
y cada día, cuando veo flores o árboles bonitos
cuando mis niñas, esas niñas tuyas,
tienen algún gesto que te recuerda,
cada día
cuando los niños cuentan sus historias
cuando la lluvia pasa y deja vida y verde
y resuena en mi el tambor de tu ausencia
te imagino disfrutando de todo aquello
de lo que dejaste y es tuyo
del amanecer
de todos los mayos y los abriles
de las montañas de Venezuela
de la música tierna de la lejana España
Y es que conmigo
sigues de paseo por esta vida
y siguen tus nietos teniendo
un poquito de ti
y de tus manos hacedoras
y de todo tu inmenso amor.

Estás

Buscco tus manos
cálidas y suaves,
que se resbalan en mis pensamientos como antes entre mis dedos
busco tus marcas
aquellas que dejaste en mi para siempre
y tu mirada, fija, serena,
que siempre dijo tantas cosas.
En la distancia espero a que vuelvas
o creo que estás aguardando en cualquier parte
por aquí
por allá
por cualquier lado
entre mi corazón y mi espalda
entre mi vida y mi adiós eterno
Estás, eso es claro
y aunque la distancia pretenda el olvido
ni en el abismo de la memoria perdida
podrás dejar de estar
aunque los días pasen sin ti
y las noches sin ti
y los sueños se sucedan sin tu presencia
Estás
y estarás
en cada pequeña parte
de mi existencia
No hay muerte
ni vida
ni Dioses
ni espantos
que puedan cambiar esto.