lunes, 9 de mayo de 2011

Veleros irrumpen el Mar de la China

Veleros navegan mis mares salados
aturden mis aguas
que se arremolinan en sus rudas presencias,
seguros transitan dejando sus rastros
yo intento borrarlos.
Ellos,
presumidos,
flotan indelebles
y desde la superficie parecen gaviotas
ligeras y bellas,
pero en el fondo miro sus maderas afiladas
y el sucio que,
triste,
habita en ellas.

Apenas extienden sus alas sobre mis olas
y juran que pueden dominarme
me dicen cosas como
"aquí estoy, soy tu dueño y puedo
manejarte a mi antojo"

Yo miro serena,
decido descansar y observar sus sombras
siempre desde adentro,
siempre con cuidado.

Vigilo a mis hijos
y pido a mis dioses los libren del mal,
poco a poco
el viento se lleva las desdichadas naves,
soplando canciones
silbando melodías
canciones de amor
y de cuna
que acompañan
como mantos protectores
a mis alegres retoños de vida marina

Ellas, inquietas intrusas de otros mundos,
quieren desplazarse obstinadas
atravesando el corazón del mar
Mar de la China que no entiende
¿qué buscan? ¿ a dónde van? ¿de dónde vienen?
se que tienen la intención de usarme
para llegar a sus ruidosos destinos,
inciertos lugares
de tierra y polvo.

Yo dejo que vuelen sobre mis olas
que crean que se imponen ante mis profundos miedos
quedo apacible, no importa
flotarán con sus creencias y llegarán a su puerto si así es preciso,

Mientras tanto
yo asumo tranquila mi destino
me mantengo en calma ante sus bruscas irrupciones
les regalo sedas para su paso apurado
les brindo abrigo
tiendo mis manos
no temo a nada.

Es que sé que así como vienen
se irán.
Tarde o temprano,
mientras contemplo infinito el firmamento,
se irán,
ya para siempre
se irán,
de mi paz  de aguas calmas.

Sólo entonces,
sus bullicios se darán cita
en lugares que para mi
son el centro y la vida
de todo lo que no quiero conocer.

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