lunes, 15 de junio de 2009

El sueño de Otilio

Con profunda tristeza, con el amargo llanto de quien siente una pérdida irreparable, comunicamos la despedida de un venezolano que no podrá morir jamás.

Otilio Galíndez, compositor yaracuyano, cuyas principales características, además de la calidad irrefutable de su aporte musical, fueron la ternura, la sencillez y el amor, dejó de vivir anoche, 13 de junio de 2009, después de despedirse de su familia como habitualmente lo hacía en la humilde casa de Maracay que lo cobijara durante los últimos treinta años.

Ayer Otilio fue a la cama a dormir, esta vez, el sueño eterno. Pero un hombre que se refiere al rocío como "perlitas madrugadoras" y al brillo en los ojos de una mujer como "Chispitas" jamás podrá dormir en los corazones de quienes lo conozcan, porque la estatura de sus versos, la ternura de sus expresiones, la belleza pura y simple de lo cotidiano, sumadas todas al amor a la tierra y a la vida, no duermen, muy por el contrario, despiertan los sentimientos más escondidos, afloran hasta en invierno, anuncian y provocan vida, incluso después de la muerte.

La obra de Otilio Galíndez es tomada por casi todos los intérpretes venezolanos -de música popular y otros géneros- desde mediados del siglo XX y por muchos artistas internacionales como Pablo Milanés y Mercedes Sosa. Otilio Galíndez formó parte del Orfeón Universitario de la Universidad Central de Venezuela, institución a quien siempre declaró su amor y gratitud, pues fue allí donde comenzó una larga carrera de éxitos musicales cuyas melodías, extraordinarias y contagiosas, compiten con la poesía exquisita de sus versos, escritos en los pasillos y jardines de esa magna casa de estudios.

Además, Otilio desarrolló una tremenda labor creativa en la coral de la Compañía Anónima Nacional de Fomento Eléctrico, CADAFE, donde compuso muchas canciones que se han convertido en verdaderos emblemas de nuestra música tradicional, como parrandones y aguinaldos que año tras año acompañan al pueblo venezolano en sus fiestas decembrinas.

Fue homenajeado innumerables veces en las última décadas, y el actual Gobierno reconoció su trabajo con el Premio Nacional de Cultura, sin embargo, según sus palabras, el mayor homenaje a su esfuerzo es la cantidad de veces que sus canciones fueron grabadas y el reconocimiento íntimo de la labor cumplida, que no tenía nada que ver con ganancias económicas, pues Otilio Galíndez nunca cobró por la autoría de ninguna de sus obras, que llegaron a ser plagiadas y hasta vendidas por grandes comerciantes de la cultura nacional y extranjera.

Nació en Yaritagua, estado Yaracuy, en 1935, hijo de una humilde costurera de nuestro pueblo. La naturaleza campestre de su tierra natal y el amor a su madre y a sus hermanos Eugenia, Mercedes y Jesús (Chucho) fueron fundamentales para el desarrollo de quien sería, en vida y después de ella, un gran músico y poeta, un amigo fiel, un hijo entregado, un padre dedicado, un eterno enamorado de su patria.

En una entrevista grabada en 2005, cuando preguntamos sobre su inspiración primera, el maestro respondió lo siguiente: "las canciones que mi mamá cantaba y que aún canta, tienen una gran categoría, un buen gusto, son exquisitas... yo no sabía que en realidad mi mamá me estaba dando una clase de estética, además del placer de la música diaria" (...) " vino otra mujer hermosa, tan hermosa como ella, fue la madre naturaleza: los ríos, los montes, los campos, la gente, los árboles, las matas, las flores, todo eso que ayudó a mi mamá cuando estaba pequeña también me ayudó a mi... eso es lo primero que a uno lo asombra y que uno ama, la madre y la naturaleza"

Con apenas ocho años lo arrancaron de su campo acostumbrado y su mudanza a la ciudad de Caracas acrecentó en él el amor a la naturaleza entrañable de sus primeros años de vida. En esta ciudad trabajó en múltiples oficios junto a sus hermanos. Es a los 18 años, cuando le toca hacer el servicio militar obligatorio, que empieza a escribir versos, a su madre, a su pueblo, a la vida que estaba al otro lado de lo que él sintió como un injusto presidio, donde algunos "castigos" lo llevaron a la enfermería en varias ocasiones. Esos primeros versos fueron desechados por el autor, que apenas terminó su corta estadía como "recluta" en espacios militares, comenzó, en 1957, a trabajar en la UCV, donde, prestando servicios como obrero, conoció a personas que lo alentaron a leer y a estudiar, desarrolló su talento creativo y compuso aguinaldos que grabó por vez primera Rafael Montaño y luego fueron interpretados por el orfeón universitario, que los dio a conocer dentro y fuera de nuestras fronteras.

Hernán Gamboa, Morela Muñoz, Juan Carlos Nuñez, Lilia Vera, Miguel Delgado Estévez, Cecilia Tood, Ilan Chester, Efraín Silva, Simón Díaz (que interpreta a Otilio sin que generalmente aparezca el compositor), Soledad Bravo y otros muchísimos compositores y cantantes venezolanos han deleitado los oídos del mundo con las composiciones de Otilio.

Desde su casa de Maracay, el aroma de caña fresca, los amargos de mandarina, la ternura del hijo cuidador de la madre, impregnan para siempre el aire de nuestra Venezuela para luego volar, cual cometas, sobre todo el planeta, y recordar a quien escuche cualquier verso de Otilio, que el ser humano es bello, es noble, es bueno, es sabio, es amante.

Otilio cantó al amor mientras escribió, acarició los más humildes recovecos de la patria con sus palabras, distribuidas sobre papel y envueltas en notas musicales como por arte de magia. Otilio convierte en sublime, o más bien, demuestra cuan sublime puede ser, el cantar de un pájaro, el crecer de una planta o el atardecer... Otilio no duerme, él sueña, sueña eternamente para que su magia se cuele en los sueños de todos.

Caramba Otilio caramba, sueñas, pero estarás siempre despierto en el corazón venezolano, haciéndonos soñar a todos, con tus aguinaldos, con tus baladas, con tu pascua, con tu poesía, la del poncho andino, la de Son Chispitas, la de la Restinga, la de Catiera, la de Duerme mi Tripón.

Caramba Otilio caramba, recordamos a Candelaria, aquella muchacha que vivía en la calle 8 de los Jardines del Valle, a quien le escribiste "no me mires, que mirando se despiertan los amores, y aceleras el latir de mi corazón" , pero tú, Otilio Galíndez, tú ni cerrando los ojos para siempre, ni durmiendo para siempre, dejarás de despertar el latir de miles y miles de corazones.

Acabamos de cantar Flor de Mayo, pero llegó junio y te dormiste. Caramba Otilio caramba, llegó junio y aquí te nos quedas, para siempre, amor eterno, sueño eterno. Gracias por todo lo que tu bella humanidad nos regaló. Gracias por mantenernos despiertos. Gracias. Por tu amor. Por tu humanidad. ¡Qué difícil resulta despedir a alguien que no puede irse, alguien que jamás se irá!

Una canción, que según Lilia Vera es un cuadro, pintado por Otilio... así nos dejas Otilio...
http://www.youtube.com/watch?v=UPGcxmPD10Y

2 comentarios:

--.-.-.-.-.-.-RutaLibre-.-.-.-.-.-. dijo...

Este artículo post.mortem acerca de Otilio Galindo lo considero una pieza de estilo, de amor y de sentimientos muy sentidos que envuelven y representan buena parte de todos los venezolanos que hemos seguido su obra y que hemos disfrutado de sus hermosas composiciones músicales. De hecho lo seguiremos haciendo hasta el resto de nuestros días. Honor al mérito y constancia de este hombre un tanto anodino porque no encajaba en los esquemas de comercialización de las disqueras. De ese Goliat que muchas veces fue plagiado y no mencionado por aquellos que hicieron fortuna interpretandolo y obviandolo. Nos dejó de acompañar pero sigue con nosotros. Gracias a Marichina por estas hermosas palabras.

Marichina García - Herrero (morochina@gmail.com) dijo...

Hola, gracias a ti por leerme, quedo a tus enteras órdenes, puedes escribirme a morochina@gmail.com y mantenemos contacto.
Recibe mi cariño, Marichina.