viernes, 21 de noviembre de 2008

Cuando te pienso

Cuando te pienso
miro el azul del cielo aunque sea de noche
se abren nuevos caminos
mil ilusiones
se abren nuevos senderos
nuevas razones

Cuando te pienso
cuando te siento
adivino textura en tu piel lejana
entiendo que en la vida
nada es más obvio
que tus ojitos tristes
de porcelana

Nada más tierno
que un beso de tus labios
cansados,
secos

Cuando te pienso
cuando te siento
cuando te encuentro
cuando conozco vivo el azul que emana
de las aguas del río que puede hacerse
con las lágrimas tuyas
y las de tantos
que quién sabe si allí seguirán mañana

Cuando te pienso
cuando te siento
cuando te encuentro

Encuentro que la vida se hace pesada
encuentro que la Tierra para en su giro,
encuentro en tus manitas todo el sentido

Cuando te pienso
cuando te siento
cuando te encuentro

Ángel
pequeño ángel que alzas el vuelo,
encuentro que mi causa ha de ser tu cuerpo
entiendo que mi aliento ha de ser tu alma
para frenar la huida de tantos otros
para frenar su ida,
antes de tiempo

cuando te pienso
cuando te siento
cuando te encuentro
por fin te entiendo
a ti, angelito pequeño de nuestro mundo

Se me apagan los miedos,
quedan las ganas,
de seguir adelante,
de arroparte en mi manto,
de cuidarte, niñito que sufres tanto

De darte mi cariño,
de protegerte,
¡y arrancarle al destino
tu pronta muerte!

Mi amigo, "ángel azul", me contó su experiencia ayudando a rescatar a los niños - vivos y muertos - en las últimas tragedias de Haití... su carta me hizo reflexionar acerca de cuántas cosas podemos hacer para ayudar a los demás, sobre todo a los animalitos, a las plantas y a los niños, que son tan absolutamente inocentes.
Llevo unos días pensando en este asunto, buscando explicaciones a que en el mundo se gasten tantos recursos en adornos navideños, o en campañas políticas y otras cosas que realmente llegan a la exageración, a la grosería del derroche, mientras el hambre y la miseria acaba con la luz en la mirada de tantos niños.
Escribí estos versos pensando en los niños de Haití a los que mi amigo fue a tender sus manos, y en la impotencia de él al sentir, cuando le tocó regresar, que su enorme esfuerzo humano sería como agregar una cucharadita de sal al mar, porque se necesitan muchas más manos, muchos más corazones y mucha más voluntad política para que estos angelitos no alcen su vuelo antes de tiempo ...

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