No lo pueden negar
la lluvia terca
ni el tráfico ni el aire enrarecido
ni la mañana gris de esta mañana
ni el cielo, que hoy no aclara.
No lo pueden borrar,
ni el frío en los huesos,
ni el dolor que atraviesa mi alma herida
ni el miedo que se impone en la partida
ni el rostro triste que me da el espejo.
Ni el insomnio,
ni la larga noche,
ni el violento estopor de las verdades
ni la vida, que muere lentamente
ni la muerte, que vive adolescente
No lo pueden tapar con sus colores
la risa, la ternura, la belleza
lo bueno de este mundo y la grandeza
del beso de una madre y su nobleza
La tierra voladora: brisa fresca
los mares y los ríos: naturaleza
no lo pueden cubrir con su entereza
No lo pueden cegar
ni los más grandes
milagros de este mundo en que vivimos
ni el más pequeñito entre los duendes
ni el más grande misterio develado
ni el sol
ni los volcanes
ni la luna
ni lo más obvio ni lo más oculto
ni el ángel protector desde la cuna
Porque es verdad, y late aquí en mi pecho,
vivo o sin su pulso trémulo mi cuerpo
No se puede negar, borrar, tapar,
no se puede ocultar tras ningún velo
Triste o alegre velo: no lo cubres.
No se puede cegar porque está ciego
aunque a sus ojos mira, con anhelo.
Es el amor, que brota a borbotones
de mi ser que le siente, siempre, siempre,
es el amor que nunca, nunca falta
que lo ama hoy y ahora
que le amará mañana.
jueves, 5 de noviembre de 2009
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